sábado, 4 de diciembre de 2010

Equilibrio y peso visual

De la misma manera que un equilibrista avanza sobre la cuerda floja basculando con los brazos en cruz a fin de no tambalearse, en una imagen las formas y los pesos deben encontrar su armonía y estabilidad.
Un punto que se desplaza ligeramente a la derecha en un formato rectangular crea cierta inestabilidad, llama nuestra atención fácilmente y sugiere que alguien lo ha desplazado, como si le hubiera dado un pequeño empujón y lo hubiera descolocado. Un punto totalmente centrado en ese mismo papel no creará ningún tipo de tensión visual por lo que no logrará captar nuestra atención más de medio minuto, si apenas algún segundo.

¿Cuándo entonces podemos afirmar que existe equibrio si, por un lado, un punto hacia la derecha crea cierto desasosiego o incertidumbre y centrado indiferencia? según Oswaldo López Chuhurra en su libro "La estética de los elementos plásticos", cuando habla de composición se refiere al dilema con la siguiente afirmación: "componer, "poner junto"; es decir, distribuir las partes en cierto orden para alcanzar la unidad vital de una forma inédita". Continúa diciendo: "la vitalidad de la imagen está inaugurada y sostenida por la lucha de un conjunto de energías que se atraen y se rechazan." Grandioso.
Con todo esto podríamos decir que, junto a la ley de tercios, el equilibrio se basa en esa armonía interna entre forma y formato, entre las partes del todo en relación a los márgenes que lo contienen, al equilibrio y la tensión equilibrada.

jueves, 2 de diciembre de 2010

Fotografía: Chema Madoz

El mundo. 2/6/2010
Chema Madoz: 'Necesito manipulación real, no me sirve la fotografía digital'

Madoz se ha centrado en construir metáforas para fotografiarlas después
Una vez captados, los objetos se desmontan o 'vagan' por el estudio
De su mano, una jaula puede llenarse de nubes, una cuchara logra proyectar la sombra de un tenedor y dos horquillas se transforman, como por arte de magia, en un ojo que derrama lágrimas. Es el universo de Chema Madoz (Madrid, 1958), el fotógrafo que altera la realidad en cada imagen, transmitiéndonos la certeza de que casi nada es lo que parece.

"Supongo que el trabajo refleja una forma de ser. Y es verdad que he seguido una línea clara, aunque con el paso de los años ha evolucionado la manera de encontrarme con el objeto. He pasado de fotografiar lo que ya existía a objetos que son creaciones en sí mismos y que los acercan a la escultura", explica.
La idea surge primero en su cabeza. "Trabajo casi siempre con pequeños bocetos para hacer una primera aproximación visual y ver si puede funcionar. Después, viene el proceso de construcción, de buscar los elementos necesarios. La fotografía no entra en escena hasta el final, cuando el objeto ya ha sido manipulado y está todo solucionado".
En ese proceso en el que se convierte en escultor, trabaja solo. "En ocasiones he necesitado ayuda, por ejemplo, para forjar una reja. Hasta ahí no llego", bromea, "pero casi siempre son manipulaciones muy sencillas y ahí radica su fuerza: en ver de qué de forma tan fácil la realidad y el punto de vista cambian". Convirtiendo, por ejemplo, una copa de cóctel en el pubis de una mujer.
Con el paso de los años, Madoz (Premio Nacional de Fotografía en 2000) ha ido eliminando todo lo accesorio de sus fotografías: el color, la contextualización, el fondo, dejando el objeto desnudo, cual escultura. "Pero yo me siento fotógrafo. Es verdad que hay muchos elementos por medio, poesía, diseño, escultura, pero me costaría definirme como poeta o escultor".
Y es que los objetos que crea no tienen entidad en sí mismos. Su único fin es ser fotografiados y una vez captados quedan abandonados en el estudio, o se desmontan y vuelve a su lugar original.

Madoz hunde sus raíces creativas en las vanguardias del primer tercio del siglo XX, en el dadaísmo y el surrealismo, y hace años que desterró a las personas de sus imágenes. ¿Definitivamente? "No sabría decir. Por ahora no siento esa necesidad, pero nunca se sabe. De momento, los objetos me siguen emocionado".
Amante de la manipulación, Madoz rechaza en cambio la ayuda tecnológica. "He hecho muy poca fotografía digital, cuatro o cinco. Sigo en analógico porque lo reclama el propio trabajo; establece un vínculo con la realidad que no logra la fotografía digital, que es algo totalmente manipulable. A mí me interesa hacer esos cambios en la realidad, manipular los objetos reales, no me sirve la manipulación digital. Lo analógico sigue teniendo ese carácter de verdad, de notario de la realidad que necesito".